29.5.09

Un 19 de mayo especial


El pasado martes 19 (de mayo) fue especial. Profesionalmente sentí que algo había cambiado en mi vida. En Madrid, la capital de España, asistí a un momento que me ayudó a repasar mi carrera profesional de un vistazo y darme cuenta de que he logrado alcanzar retos y sembrar semillas sobre las que pocas veces reflexiono y que apenas valoro.

Ese día hacía casi un año que le planteé a Félix García, presidente de Multimedios del Caribe, la posibilidad de entrar en contacto con el Grupo PRISA para ver qué disposición había para alcanzar un acuerdo que llevara su buque insignia, el diario EL PAÍS, a la República Dominicana.

Llegar a ese punto fue producto de un ejercicio de pensamiento animado por conversaciones breves con gente como Paco Castillo, Luisín Mejía o Julio Ortega Tous. Ellos querían leer el periódico en el papel de toda la vida y, como entre mis ocupaciones está la de escribir de cuando en vez para el autodenominado “diario global en español”, me lo reclamaban.

Algún comentario le había hecho al respecto a Miguel Ángel Bastenier, hoy un jubilado en acción –sigue con su columna en el matutino y dando clases allá donde le buscan- e incluso le llegué a enviar algún mensaje sobre el tema a Joaquín Estefanía, director de la escuela de periodismo que comparten EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid, a quien conocí gracias a mi trabajo en FUNGLODE.

Todo había quedado en escarceos sin resultado. Hasta que retomé el tema con “Baste” y le mandé un correo electrónico a José Manuel Calvo, subdirector de EL PAÍS. A partir de ahí, se inició un proceso de conversaciones, de informes, de reuniones en Madrid y en Santo Domingo, hasta los acuerdos finales.

Desde el miércoles 20 de mayo, la edición internacional de EL PAÍS circula en la República Dominicana, luego de que ese martes especial, en horas de la tarde, con la presencia del Presidente Leonel Fernández como testigo de excepción, en la sede central de PRISA, en la Gran Vía madrileña, Félix García e Ignacio Polanco, ratificaran su voluntad de seguir adelante con lo que fue una idea, casi un sueño, y que, por decisión de ambos, puede ampliarse a otros acuerdos que envuelvan televisión, radio e internet.

No estuve en tan emotivo acto protocolar, por eso, por protocolar, y reservado a unos pocos. Pero, en la puerta de Gran Vía 32, aguardé a que todos los protagonistas con nombre salieran del edificio tras la “ceremonia”. Las ansiedades dejaron sitio a las emociones. Y ya por la noche, cenando con algunas personalidades del mundo dominicano, ese gusanillo de la satisfacción por haber contribuido a hacer realidad una idea, me recorrió durante unos efímeros instantes. Al fin y al cabo, como me dijo mi esposa, Ony, en un SMS mientras transcurrían los protocolos, “Este día es tuyo”. Ella ha lo ha vivido tanto como yo.

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