29.5.06

La cuenta de la luz

El que piense que vivir en el Caribe implica sol, playa y mar, supongo que lo empezará a dudar cuando vea lo que tardo en actualizar esa bitácora. Y si al trabajo que uno hace le suma los inconvenientes de las debilidades institucionales y la falta de defensa efectiva de los derechos ciudadanos, pues la cosa se complica todavía más. Pero bueno...

Hoy quiero contar algo que ocurre con el sistema energético del país, de por sí bastante ineficiente. Sería complicado contar lo que provoca que no exista garantía de 24 horas de luz al día, ni siquiera porque uno la pague. Pero creo que una anécdota personal sobre el asunto puede ilustrar sobre algunos aspectos que se viven alrededor de la electricidad.

Todos los meses soy uno de los que forman parte del aproximadamente 60% de los residentes en este país que pagamos la electricidad que nos brindan las empresas distribuidoras: Edenorte, Edesur y EdeEste. La que se encarga de darme luz y cobrármela es la que mencioné en segundo lugar.

Esas tres empresas fueron el resultado de un proceso de capitalización que implicaba entrar en un sistema mixto de propiedad en el que el Estado se quedaba con el 50% de las acciones y una compañía privada con el otro 50%. Lo que comenzó en el año 1999 para las tres empresas se transformó en una vuelta al anterior sistema de propiedad estatal en el caso de Edenorte y Edesur cuando el gobierno de Hipólito Mejía compró las acciones que tenía la española Unión Fenosa en ambas empresas. Todavía no está muy claro lo que ocurrió en ese caso, pero bueno, no es éste el objeto de la historia de hoy.

Decía que pago "religiosamente" la luz que consumo cada mes. O quizá sea mejor decir la que alguien en unas oficinas dice que consumo. Llevo observando desde hace un tiempo el monto de la factura que me llegan mensualmente y apenas varía el consumo, independientemente de que esté o no en casa. Es más, hay meses en los que el consumo es el mismo. Cosa extraña.

El pasado año me quejé en el momento de pagar una de las facturas porque yo había estado fuera del país en varias ocasiones, a veces hasta durante un mes, y la factura llegaba igual, o incluso más cara. Ante mis comentarios y el hecho de que puedo probar que la casa queda vacía cuando no estoy en el país, la persona que me atendió me comentó que seguramente no estaban leyendo el contador, sino que me estaban sacando el promedio.

El contador, por si alguien piensa que lo tengo escondido, es fácimente legible porque está en la calle. Así que le dije a la señorita en cuestión que no entendía para qué me habían puesto un contador, primero, y que lo que hacían no era un promedio, sino un robo.

El colmo de los colmos se produce en este mes de mayo que está a punto de acabarse. Para mi sorpresa, la factura que me llegó tenía un saldo a mi favor de algo más de 6,000 pesos, que equivaldrían a unos 190 dólares, unos 150 euros. Tomando en cuenta que mis promedios suelen rondar los 700 pesos al mes, eso implicaría no pagar la luz durante varios meses.

Pero no, nada de eso. Un día llegó a mi cuenta de correo-e una advertencia de aproximación del vencimiento del pago de la factura. Sorprendido, llamé a Edesur para preguntar, y me explicaron que habían cometido un error. "Señorita, la factura que ustedes me han enviado no dice eso, y es la que tengo. No me han enviado otra, así que por favor, mientras no me envíen la nueva, en lo que trato de que alguien me explique por qué se han equivocado, no creo que deba pagar la luz".

Cinco días más tarde, volví a llamar para ver qué pasaba con el tema. Me dieron la misma explicación y que tenía que pagar, que ya habían pasado cinco días desde la fecha de vencimiento de pago y que habían empezado a sumar los intereses por atraso.
La bronca que le monté a quien me atendió fue sonora. "Acuda usted a las oficinas y presente su caso". Pero mientras, tanto, no quise arriesgarme a que me cortaran la luz y pagué lo que me dijeron.

La verdad es que uno se siente impotente ante tanto abuso. Sobre todo cuando uno sabe que hay ricos que pueden pagar la luz y se la roban, cuando hay empresarios, políticos y militares que piensan que tienen derecho a recibir electricidad gratis. Y somos los tontos de turno los que pagamos la luz a una tarifa altísima (creo que la más alta de América Latina, y prometo averiguarlo) y más consumo del que realmente hacemos.

Voy a ver si encuentro algo de tiempo en mi ocupada agenda para, con mucha paciencia, acudir a Edesur a plantear el caso. Y luego iré al Protecom, una oficina donde se supone que protegen al consumidor. Pero eso habrá que verlo. Hasta que esto se aclare, y a pesar de que sin mi presencia han cambiado el contador (supongo que para que corra más rápido), esperaré la factura promediada, porque al paso que vamos no creo que las cosas vayan a cambiar. Y como uno no tiene dinero para ser energéticamente independiente, habrá que tragar.

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