30.3.06

Me quedé corto con la luz roja

Algo muy breve para retomar el último tema. Creo que las estadísticas no científicas que aporté con base en mi experiencia del sábado 25 de marzo quedaron cortas.

Esta mañana, jueves 30 de marzo, en la misma avenida Luperón, se puso en rojo uno de los semáforos que quedan frente a una gasolinera. Frené, como es normal, pero por el carril más cercano a la acera, hicieron caso omiso de la luz colorada. ¿Resultado? En cuestión de 10 segundos 11 vehículos siguieron su camino como si el semáforo no existiera. Y a velocidades descomunales.

Claro, el colmo fue el del señor que paró a mi izquierda y, cuando vio que los otros se pasaban la luz roja por donde les cabía, optó por hacer lo mismo...

Paciencia ante la falta de educación, conciencia y respeto. Y, sobre todo, ante la falta de acción de las autoridades para frenar el libertinaje choferil.

27.3.06

¿Semáforo en rojo?

Perdonen que vuelva a la carga con el tema del tráfico. ¡Pero es que en las carreteras de este país se ven tantas situaciones que soprenden! Y no me dejo de asombrar, por más que se han convertido en realidades tan cotidianas como beber, comer, caminar...

El sábado pasado, a eso de las 4:45 de la tarde, enfilé la avenida Luperón de Santo Domingo para ir a casa de un amigo a ver un partido de fútbol que pasaban por un canal de cable. Tardé menos de diez minutos en llegar al punto de destino y pasé, en esa ruta y en ese tiempo, por nueve semáforos. Tuve que parar en cuatro de ellos que estaban en rojo. Pero no hicieron lo mismo otros 14 vehículos que iban por la misma ruta.

En algunos casos, la luz había cambiado de ambar a roja antes de que llegaran al cruce. En lugar de frenar, aceleraron, sin importarle al conductor el hecho de que otros vehículos hacían uso de la luz verde en la otra vía. En otras ocasiones, llegaban a cruce, miraban si venía algún vehículo y seguían el camino. En cuanto al tipo de vehículo, no había distinciones. Lo mismo eran jeeps de lujo que carros destartalados. Hasta un camión vio verde lo que era rojo.

Si tomamos en cuenta esa cifra y hacemos un engañoso promedio, obtendríamos datos escalofriantes. Cada minuto, 1.4 vehículos se estarían saltando la luz roja de los semáforos. Cada hora, 84 conductores estarían cometiendo tal infracción. Cada día, la policía debería multar por no respetar la señal a 2,016 infractores. Al año, serían 735,840 multas por tal motivo. ¡Y eso que era un sábado en la tarde, cuando la cantidad de vehículos en las calles de la capital dominicana es bastante más reducida que cualquier día de la semana! Puedo asegurar que alcanzaríamos una cifra millonaria.

Según datos tomados de un trabajo publicado por ElCaribeCDN.com el 11 de febrero pasado, la Autoridad Metropolitana de Transporte (Amet), una especie de policía de tráfico, el año pasado fueron multados por pasar el semáforo en rojo un total de 41,385 personas. Esto supondría sólo un 0.56% del promedio sacado tomando el ejemplo del pasado sábado.

El libertinaje es una práctica en el conducir diario en la República Dominicana. Y el irrespeto que miles, por no decir centenas de miles, de conductores tienen por la Ley 241-00 no sabe de clases sociales, de poderes económicos, de niveles educativos... Hace un par de años, en una entrevista con el que era director de Tránsito de la Amet, cuyo nombre no recuerdo en este instante, le pregunté si los mayores infractores eran los choferes de carro público o los potentados funcionarios públicos, militares o congresistas. Sin pensarlo ni dos segundos, afirmó que los potentados.

Cualquier cosa vale en un país en el que el valor de las multas por infracciones del tipo de pasar el semáforo en rojo oscila entre los 20 (60 centavos de dólar) y los 50 pesos (un dólar y medio).

21.3.06

El abuso de la guagua

Ocho y veinticinco minutos de la mañana. Hora tropical. El mar se deja encandilar por los rayos de un sol que, ya en primavera, entiende que tiene licencia para comenzar a calentar cada vez más. Tomo el Malecón de Santo Domingo para dirigirme a uno de los hoteles de la zona. Hoy toca seminario. Por lo menos, durante un par de horas.

Circulo en mi vehículo por el carril derecho. Con paciencia, calma y buena letra, me mantengo en fila. Dos carros adelante va una guagua, vehículo de transporte público perteneciente a un sindicato choferil. De la puerta, abierta, cuelga el cobrador. La guagua se para. No hay parada. Lo hace en el carril derecho de la carretera. Todo el mundo detenido hasta que los pasajeros bajen.

Retomamos el camino. La guagua cambia de carril. Táctica de adelantamiento con la que gana algo de tiempo y molesta a todo el mundo. Como si anduviera en un circuito de Fórmula Uno, en cuanto ve un pequeño hueco a su derecha, trata de volver a tomar el carril cercano a la acera. Un pasajero se puede encaprichar y pedirle al coger: “Aquí mimito, chofel”. Y el conductor, obediente y complaciente con el cliente, para en seco para satisfacer el deseo.

Vuelve a retomar el camino, y vuelve a cambiar de carril para volver a acelerar. Se encuentra con un parón en ambos carriles. Y… sin cortarse ni un pelo, cruza la doble línea amarilla que separa ambos sentidos y emprende su ruta en sentido contrario sin ningún tipo de pudor. Metros más adelante, se mete a la franca en el debido sentido, y se cruza hasta que, de nuevo, consigue alcanzar la acera a base de forcejeos y usando el brao del cobrador como luz intermitente. Y frena en seco. Y bajan de la guagua más pasajeros.

Así es como los mal llamados “padres de familia” de las guaguas se ganan la vida a diario. Jod… a otros padres de familia, a madres de familia, a solteros, a casados, a divorciados, a jóvenes, a viejos… que, ante la pasividad de las autoridades, se tienen que aguantar frente al abuso de conductores desaprensivos que se creen con el derecho exclusivo de uso del asfalto. Y que a nadie se le ocurra protestar, porque hacen piña y uno sale mal parado, aunque tenga la razón.

Para que se haga una idea de lo que es el negocio en el que se desempeñan estos intransigentes y abusadores del volante, creo que le será muy útil leer un trabajo que el periodista Panky Corcino publicó en su medio, Clave Digital, el 16 de octubre del año 2005. A mi juicio, le major radiografía que se haya hecho hasta ahora del sistema de transporte público sobre ruedas en la República Dominicana. Que lo disfruten. Y, por favor, no se asusten.

19.3.06

Número cero

Desde este rincón digital quiero contar historias. Cada día vivo una situación sobre la que reflexiono, tengo experiencias que me llaman la atención, contemplo injusticias de las que a veces hablo, hago comentarios que quedan en la memoria... Partiré de esas vivencias para tratar de aportar datos sobre la realidad de los temas que trate en este espacio, para de vez en cuando hacer propuestas de mejora, para denunciar hechos que requieren de justicia... Vivo en el trópico por decisión propia, con sus virtudes y sus defectos, pero siempre con la convicción de que todos los días se puede hacer algo para que tengamos mejor calidad de vida y mayor equidad para vivirla. Inicio esta bitácora con la mayor de las ilusiones y sabedor de que me exigirá de altas dosis de disciplina. Pero, sobre todo, con el convencimiento de que todos tenemos que aportar nuestro granito de arena para tener una sociedad y un hábitat mejores. Gracias por su atención y espero serles de utilidad.