17.8.09

Ana nos acecha

Llegó mediados de agosto. Llegó el inicio de la mayor actividad de la temporada ciclónica. Hasta ahora estábamos libres de peligro. Desde anoche, el rabillo del ojo mira al cielo. Depresión tropical a la vista. Ana, ése es su nombre, nos quiere inundar. Trae mucha agua. Menos viento.

Se han activado las alerta. Me inquieta lo que pueda pasar en zonas ya saturadas por aguas caídas durante dos años y que no terminan de filtrarse hacia el subsuelo. Los terrenos están saturados. Y la gente se resiste a abandonar lo poco que tiene para buscar otro lugar en el que reemprender su vida sin peligro.

Esta noche dormiremos como las gallinas, por si hay que levantarse a sobre proteger el hogar, en el que ya hemos tomado algunas precauciones. Pero nunca se sabe. El clima, como la naturaleza, es imprevisible. Sólo queda esperar que Ana se apiade de nosotros y no se cebe con República Dominicana.

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